La gestión de los purines se ha convertido en un reto cada vez más complejo para las explotaciones gallegas. A la incertidumbre normativa se suman nuevos requisitos de control y la necesidad de adaptar los sistemas de reparto a granjas muy diferentes: desde pequeñas fincas con pocas vacas hasta grandes explotaciones intensivas que producen grandes volúmenes de estiércol.
En este contexto, en la reciente feria Cimag-Gandagro de Silleda tuvo lugar una jornada técnica donde Javier Bueno, profesor de la USC e investigador del grupo BioModem —que participa en nuestro proyecto AGROLAB BIOGAL— compartió reflexiones sobre cómo avanzar hacia un uso más eficiente y responsable de los purines. De esta jornada se hizo eco el 28 de mayo el periódico El Progreso en su artículo Cuba grande, ¿ande o no ande? Las dudas sobre la gestión de purines en Galicia.
Durante el encuentro, se abordaron cuestiones clave: ¿Es imprescindible incorporar sensores avanzados y cisternas de última generación? ¿O existen alternativas más sencillas que puedan ajustarse a la realidad de cada granja? ¿Cómo equilibrar inversión, manejabilidad y sostenibilidad?
Para algunos productores y fabricantes, la tecnología de análisis en tiempo real, como los sensores NIR, representa una oportunidad para dosificar con precisión y reducir el riesgo de contaminación del suelo y del agua. Para otros, la prioridad pasa por garantizar que las explotaciones cuenten con instalaciones bien dimensionadas y sistemas de manejo sencillos que no generen una carga adicional.
Desde AGROLAB BIOGAL, compartimos la visión de que no hay una única respuesta. Precisamente por eso trabajamos en el desarrollo de un sensor NIR low cost que permita acercar la innovación a todo tipo de explotaciones, independientemente de su tamaño. Nuestro objetivo es que cada ganadero pueda disponer de información fiable para tomar mejores decisiones, sin perder de vista la realidad diaria de las granjas.
Estas jornadas demuestran que, con diálogo, conocimiento y compromiso, es posible construir un modelo de fertilización más respetuoso con el suelo y adaptado a los tiempos. Porque la sostenibilidad no pasa solo por incorporar la última tecnología, sino por ponerla al servicio de las personas que trabajan la tierra cada día.