Cada 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Suelo, una fecha que, aunque no suena tan mediática como otras, debería importarnos a todos. ¿Por qué? Porque el suelo es la base de nuestra alimentación, de los ecosistemas y, en gran parte, de nuestra salud. Sin embargo, es también uno de los recursos más invisibles y más amenazados.
Desde nuestro proyecto, los participantes del Grupo Operativo AGROLAB BIOGAL, queremos contaros cómo la tecnología —sí, esa que a veces suena alejada del campo y de lo rural— puede ser una gran aliada para proteger el suelo. En concreto, lo hacemos a través de un sensor NIR (infrarrojo cercano) de bajo coste, que estamos desarrollando para analizar purines. Y ahora dirás: ¿qué tienen que ver los purines con todo esto?
Pues mucho.
Los purines, cuando se usan bien, son un excelente fertilizante natural. Pero si se aplican sin control, pueden contaminar el suelo con nutrientes en exceso o, peor aún, con metales pesados como el zinc o el cobre, que llegan a través de la alimentación del ganado. Estos metales no solo dañan la microbiota del suelo, también pueden pasar a nuestras aguas y cultivos.
Con nuestro sensor buscamos cambiar eso. Queremos que cada ganadero pueda saber, en tiempo real, cómo es el purín que va a aplicar y cuánto necesita su terreno y su cultivo. Así evitamos la sobre-fertilización y, sobre todo, protegemos la salud de ese suelo.
Este Día Mundial del Suelo nos recuerda que no hay agricultura sostenible sin suelos sanos. Y que, con conocimiento, innovación y una pizca de tecnología «made in Galicia», podemos cuidar lo que no vemos, pero que lo sostiene todo.